Cuentos


La leyenda de Sant Jordi
Cuenta la leyenda que la ciudad de Montblanc vivía aterrorizada por un gran dragón que asustaba a todos y causaba daños entre la población y los animales.
Para tranquilizarlo, los habitantes de Montblanc acordaron dar al dragón una persona en sacrificio y para ello, todos los días se realizaba un sorteo en el que salía elegida la persona que debía ser entregada al dragón.
Uno de esos días la mala suerte le tocó a la hija del rey. Ella era una mujer joven y bella muy admirada por los habitantes del pueblo, en especial por su padre quien se resistía a entregarla en sacrificio. Al ver el sufrimiento del rey muchos ciudadanos se ofrecieron para reemplazar a la princesa, pero el rey se negaba a que otros tuvieran que pagar por la suerte de su hija. Además, él era consciente de que su hija hacía parte del pueblo y por tanto debía seguir las normas que hasta el momento se habían pactado.
La princesa abandonó la ciudad. Caminado sin prisa en dirección hacia el gran dragón, la princesa se detenía algunos instantes para mirar su pueblo con gran tristeza y resignación. De pronto, cuando menos lo esperaba, apareció un joven caballero con armadura montado sobre un caballo blanco. Al verlo, la princesa le informó de los peligros que podía sufrir estando en ese lugar, pero el caballero se negó a abandonarla y le dijo que él estaba allí para salvarla a ella y a todos los habitantes del pueblo.
Este caballero llamado Sant Jordi, se enfrentó al dragón tan pronto este apareció. Libraron una gran batalla hasta que el caballero le incrustó una gran lanza al dragón. De la sangre que derramó el dragón nació un hermoso rosal que Sant Jordi entregó a la princesa después de haber ganado la batalla.
Así nace  la tradición de que el 23 de abril, día de Sant  Jordi, todos los enamorados le regalen una rosa a sus novias.
El Dragón y la Rosa

Cuenta la leyenda que en los tiempos de las cruzadas dragones azules poblaban la tierra. Eran grandes, fuertes, poderosos, pero al mismo tiempo dulces y amables.
Parece ilógico describir a un animal con cualidades humanas, pero en cierto modo se podría decir que así eran.
Pues bien, la historia de este particular dragón se remonta al año 1140, en las tierras altas escocesas, concretamente en la isla de Man, lugar muy frecuentado por dragones azules.
Los habitantes de la isla gustaban de su compañía, sobre todo la pequeña Heather, hija de granjeros, que solía acercarse a la orilla de la playa a llevarles algo de comida. No porque la necesitasen, ya que ellos sabían cómo sustentarse, pero sí porque le gustaba su compañía, en especial la de Drag. Así llamaba ella a uno de los dragones azules. Se encariñó con él porque lo vio crecer, hacerse fuerte y al mismo tiempo le gustaba cómo él también le había tomado cariño a ella.
Heather pasaba mucho tiempo con Drag. Aunque él no hablaba su mismo lenguaje, se comunicaban a la perfección. Drag hacía pequeños ronroneos cuando Heather acariciaba su lomo, su cabeza y le daba suaves besos, le contaba historias que a ella antes le había contado su abuelo y se inventaba cuentos que hacían que Drag cayese en un estado de letargo, medio adormilado, pero feliz.
A Heather le gustaba contar historias, y un buen día le contó la de la rosa azul.
Cuenta la leyenda, comenzó Heather, que en un país muy lejano había una rosa azul. Tenía una vista preciosa toda para ella, pero nadie con quien compartirla. La rosa poseía belleza, irradiaba paz, pero se sentía triste y sola.
Un buen día, llegaron dragones provenientes de otros lugares y vieron que ése era un lugar hermoso en el que instalarse. Había dragones de todos los colores del arcoíris, pero fue uno el que llamó la atención de la rosa. Era un dragón azul, que había llegado hasta allí casi de milagro, pues estaba herido. Se posó al lado de la rosa y cayó casi exhausto.
Lo que no sabía el dragón era que la rosa azul poseía poderes curativos, de modo que al verlo así, ella se inclinó hacia él y sus pétalos rozaron la garra del dragón.
Al instante, una poderosa energía recorrió el cuerpo del dragón que, inmediatamente comenzó a sentirse mejor.
A la mañana siguiente, el dragón azul despertó como nuevo y le dio las gracias a la rosa. Había tenido un sueño en el que la rosa se inclinaba hacia él, le daba fuerzas y sanaba sus heridas. 
Cuando el dragón le contó esto a la rosa, ésta sonrió y le dijo que no había sido un sueño.
El dragón le contó su historia a la rosa, y es la que sigue:
Hace unos años, me enamoré de una preciosa hembra de dragón, también azul, pero Red, el malvado dragón rojo, se enteró de que su amor era correspondido y ambos nos peleamos por su amor. La lucha fue encarnizada y en una de tantas peleas, no vi que ella estaba justo detrás de mi por lo que cuando Red se aproximó a herirme con sus garras, esquivé el golpe y fue a herir mortalmente a mi amada. Me aproximé a ella, y exhaló su último suspiro mientras Red me propinaba una herida tan profunda además de la que me había ocasionado en el corazón, al haber matado a mi amada. Salí volando sin rumbo, hasta que me topé con estos dragones que buscaban un lugar apacible en el que asentarse, de modo que ésa es la historia de por qué llegué hasta aquí.
Te doy las gracias por curar mis heridas físicas, pero te pido que a cambio me dejes protegerte, cuidarte y acompañarte. Mi corazón está roto porque mi amada ya no está conmigo.
Así fue como el dragón se acercó a la rosa azul. Hablaban, reían y también lloraban. Él, por su amada, ella, por la soledad que tanto tiempo la atenazó hasta que el paso del tiempo, que dicen que todo lo cura, hizo que se convirtieran en inseparables, grandes amigos y confidentes.
Heather miró a Drag y vio lágrimas en sus ojos. Era una historia tremendamente emotiva, entonces ella se aproximó a él y lo abrazó.
Al día siguiente, cuando Heather fue a la orilla, no vio a Drag, ni tampoco al otro día, ni al otro. Pasó algo más de una semana hasta que un buen día Drag apareció con una rosa azul, que entregó a Heather.
A su modo, le decía que su amistad valía tanto para él como la rosa azul lo fue para su antepasado.
Heather lloró sobre la rosa y ésta transmitió a la niña paz y bienestar.
Cuenta la leyenda que desde entonces la rosa azul es venerada como la inalcanzable, porque sólo unos pocos tienen acceso a ella. Cuando se encuentra una rosa azul, se dice que la suerte acompaña a quien la encuentra.
Se dice que es símbolo de paz, armonía, luminosidad y en cierto modo un amuleto, bien de amor, bien de amistad para todo aquel a quien le sea regalada la rosa.



La leyenda de la rosa Azul
Cuenta la leyenda, que un rico comerciante alentado por una fiel sirvienta, de los amores de Elisa su unica hija, hacia Roberto el hijo del panadero del pueblo,envio a la muchacha a la casa de unos parientes. Alertando a los mismos de que cualquier nota o carta que intentase enviar que no fuese dirigida a el , fuese destruida sin que ella lo supiese.
La Muchacha partio una tormentosa noche, despues de haberse jurado horas antes amor eterno con Roberto, y prometiendo escribirse diariamente, puesto que desconocia el tiempo que habria de pasar en casa de sus parientes.                                                                                                                                                                                      

Una semana mas tarde de la partida de Elisa, el padre empezo a divulgar rumores sobre una relacion de su hija con el hijo de unos viejos amigos de la familia. Destrozado el pobre Roberto y con la imposibilidad de poder descubrir la verdad, partio del pais en busca de fortuna y con la esperanza de olvidar a la unica mujer que habia amado.
Mientras tanto la enamorada Elisa seguia escribiendo diariamente a su dulce amor, desconociendo que sus cartas eran destruidas a las pocas horas. Extrañada de no recibir correo de Roberto, envio una carta a su padre, pidiendole que la dejase regresar a casa.

Unos meses mas tarde, Elisa feliz y enamorada volvia a su hogar. Espero durante unos dias a que Roberto hiciese aparicion por los jardines de la villa, pero su amor no venia. Extrañada por la ausencia de Roberto, Elisa pregunto inocentemente a su padre por las buenas nuevas del pueblo. El padre comenzo detallando las buenas ventas de sus productos, los viajes que habia realizado en su ausencia, y los muchos de regalos que la esperaban en la bodega. Luego le realto los acontecimientos principales que habian acontecido en el pueblo, la boda del hijo del alcalde, la muerte del zapatero, la llegada la mundo del hijo del tabernero, y por ultimo que el joven Roberto habia marchado del pueblo en busca de fortuna, y que por lo que comentaban los lugareños, habia conocido a una muchacha, y se habia casado.

Cuando Elisa escucho que su amado Roberto se habia casado creyo morir, la pena se instalo en su mirada y ocultando las lagrimas a los ojos de su padre, marcho a la alcoba, donde dio rienda suelta a su dolor.
Pasaron los dias, y Elisa empeoraba, se negaba a comer, e incluso a pasear por el jardin, encerrada en la alcoba dia tras dia, sin mas contacto con el mundo que las visitas de su padre para preocuparse cada dia un poco mas por el estado de su hija. viendo que el dolor la estaba matando, decidio ir en busca del joven y consentir los amorios de ambos, pero la vida a veces da giros insopechados, y cuando hallo al joven Roberto, en verdad se hallaba casado y muy bien situado economicamente. Roto de dolor por haberle causado tal afliccion a su dulce hija volvio al hogar, con muchos regalos para la joven, pensando que estos alegrarian el corazon de la misma. Pero ni los regalos, ni las joyas o vestidos, hicieron que Elisa volviera a sonreir.

Unos dias mas tarde la joven cayo enferma, el padre mando llamar a los mejores medicos de la provincia, pero ninguno hallaba la causa del mal que consumia a la joven. Desesperado el padre mando llamar a los mas ilustres, pero tampoco estos daban con la causa de su mal.

Atormentado con la idea de que Elisa moria por su culpa, el padre partio hacia lugares lejanos, con la esperanza de encontrar un remedio para el mal de Elisa. Y en una recondita isla, un anciano del lugar despues de escuchar la historia del comerciante sobre al enfermedad de su hija, le respondio: "Su hija parece que sufre de pena de amor, y si no consigue que olvide a ese joven, esta pena la destruira"
-Eso quisiera- contesto el atormentado padre - pero por mas que hago no consigo ni una minima sonrisa, sus ojos estas muertos, es como si no viesen el presente. Elisa vive en un mundo al cual yo no puedo acceder.
- Vaya al monasterio de la colina, cuente su historia al abad y este le dara un remedio- contesto el anciano

Sin pensarlo dos veces el padre emprendio el camino hacia el monasterio, y una vez alli, pidio audiencia con el abad del mismo. Este despues de escuchar el relato, le pidio que le acompañara hasta el jardin. Pasearon por los hermosos jardines en silencio, hasta que se detuvieron frente a un hermoso rosal, de rosas azules. el abad con mucha ternura corto una de las hermosas rosas y se la entrego al comerciante. - Regalele esta rosa a su hija - dijo- cuando respire el perfume de la rosa el dolor que habita en su corazon desaparecera.
- ¿El perfume de la rosa? -pregunto extrañado el padre.
- Si - Esta hermosa y extraña rosa es conocida por la Flor del Olvido, y solo actua sobre aquellos que en verdad han amado mas que a su vida misma. No pierda mas tiempo aqui, y corra hacia Elisa cada segundo que pasa es vital para ella.

El padre partio de inmediato hacia su hogar. Al llegar al mismo, se encontro a toda la servidumbre cabizbaja y llorosa, pensando que ya era demasiado tarde, y con el corazon destrozado, subio hacia la alcoba de Elisa, encontrandola postrada en la cama, con la cara palida como de cera, y hermosa como un lirio. Arrodillado a su lado lloro desconsolado, inclinandose ante ella para depositar un beso en su frente, noto la calidez de una entrecortada y lenta respiracion. alegrado por la idea de que Elisa aun vivia, cogio la rosa, y la acerco a su nariz, y a medida en que la joven iva respirando la fragancia de la rosa, el color volvia a sus mejillas, mientras el de la hermosa rosa desaparecia, hasta volverse negra.
Elisa abrio los hermosos ojos verdes, y sonriendo a su padre le beso. No recordaba nada de su pasado amoroso, volvia a ser la traviesa chiquilla llena de vida que hacia las delicias de su padre.



Rosa Azul, Leyenda China 


Un poderoso emperador de la China, sabio y bondadoso, se sentía muy feliz en su palacio: su pueblo era dichoso bajo su gobierno y su hogar, un paraíso de amor y paz. Pero algo había que le preocupaba en grado sumo. Su única hija, tan bella, como inteligente, permanecía soltera, y no demostraba mayor interés en casarse. 
El emperador quiso encontrar un pretendiente digno de ella, para lo cual hizo proclamar su deseo de casar a la princesa. Los aspirantes a la mano de la joven fueron muchos; por lo menos, ciento cincuenta. Pero la inteligente muchacha, encontró un modo de burlar la disposición que había tomado su padre. Dijo que estaba dispuesta a casarse para obedecer al emperador, pero muy sutilmente, pidió una sola condición para aceptar marido: quien hubiera de casarse con ella, debería traerle una rosa azul.

Los pretendientes se desalentaron ante ese pedido. Nadie había visto nunca una rosa azul. ¿ En qué jardín del mundo florecería esa maravilla? Y con la seguridad de que hallar la rosa azul era una empresa imposible, la mayoría de ellos renunció a casarse con la bella princesa. Solamente tres persistieron: un rico mercader, un valiente guerrero y un alto jefe de justicia. El mercader no era un soñador, sino un hombre muy sensato. De modo que, muy sensatamente, se dirigió a la mejor florería de la ciudad, donde, con toda seguridad, debía hallar lo que buscaba. Se equivocó. El florista no había visto jamás una rosa azul en todos sus años de comerciante. Pero el rico mercader ofrecía una fortuna a cambio de esa extraña flor, y el florista prometió ocuparse de buscarla. Por su parte, el pretendiente guerrero, que había conocido tierras maravillosas en sus campañas, optó por dirigirse hacia el país del rey de los Cinco Ríos. Sabía que era un soberano riquísimo, en cuyo reino desbordaban los tesoros. El guerrero partió acompañado de cien soldados, y aquella comitiva armada y deslumbrante, causó una profunda impresión en el rey de los Cinco Ríos, que temiendo un ataque, ordenó a sus servidores que corriera a traer la rosa azul para ofrecerla al caballero que la pedía. Volvió el criado trayendo en sus manos un estuche afelpado. Cuando lo abrió, el guerrero quedó deslumbrado. Dentro del estuche había un hermoso zafiro tallado en forma de rosa.

Sin duda era un presente real, y el guerrero, seguro de su triunfo, regresó con la joya a su país. Pero la princesa movió la cabeza al contemplar la joya. El presente del guerrero no era más que eso, una piedra preciosa, no una flor verdadera. Aquel regalo no correspondía a la condición exigida. Poco tardó el mercader en saber que su rival había fracasado, y volvió a urgir a su florista para que le consiguiera la rosa azul. El comerciante se desesperaba sin resultado alguno, hasta que un día, su esposa, mujer llena de astucia, creyó encontrar la solución. Nada más fácil que teñir de azul una rosa blanca, y con ello, el mercader lograría la mano de la princesa y ellos una cuantiosa fortuna. Imposible describir la alegría del rico mercader cuando el comerciante de flores le hizo saber que ya había encontrado lo que necesitaba. Corrió a la florería, tomó la flor de pétalos azules y no demoró un segundo en llegar al palacio. Y cuando todos creían que el mercader había alcanzado su premio, la inteligente princesa movió su bella cabeza y dijo: —Eso no es lo que yo quiero. Esta rosa ha sido teñida con un líquido venenoso que causaría la muerte a la primer mariposa que sobre ella se posara. No acepté la joya del guerrero ni acepto la rosa falsa del mercader.

Yo quiero una rosa azul. A su vez, el alto jefe de Justicia, que había asistido al fracaso de sus dos rivales, vió que el campo quedaba libre para él. Pensó mucho tiempo en la forma de hallar la rosa azul que la princesa quería, y por fin, una idea feliz surgió en su mente. Visitó en su taller a un exquisito artista, y le pidió que hiciera un vaso de porcelana fina, donde debía pintar una rosa azul. El artista se esmeró en su obra, y cuando se la presentó al alto jefe de justicia, no dudó éste ni un momento que el triunfo era ya suyo. Con esta seguridad se presentó ante la princesa. La joven quedó realmente admirada ante aquel trabajo. Nadie había visto nunca un vaso de porcelana tan bello y transparente, y la rosa azul en él pintada, lo convertía en una verdadera obra de arte. Pero aunque admitió el regalo y lo agradeció con gentil gesto, tuvo que confesar que no era una rosa pintada lo que ella quería. Mucho lo lamentaba, pero tampoco el alto jefe de justicia había encontrado lo que ella pedía para conceder su mano. La ingeniosa princesa se había salido con la suya, sin que su padre pudiera hacerle el menor reproche. Y desde entonces ya nadie volvió a hablar del casamiento de la princesa, ni se presentó ningún otro pretendiente a aspirar su mano, con gran regocijo de la joven.

Pero poco después, ocurrió algo que debía hacerle lamentar su ingeniosa treta. Comenzó a hablarse en el palacio de un joven trovador que recorría el país entonando dulces canciones. Y una noche la bella princesa se paseaba con una de las doncellas por el jardín del palacio, llegó a sus oídos una dulce melodía. No dudó que se trataba del trovador de que tanto le habían hablado, y rogó a su doncella que los llamara. El trovador saltó el muro, y aquella noche cantó para ella sus mas hermosas canciones. La princesa y el trovador se enamoraron, y el joven volvió otras noches a cantar bajo sus ventanas. Cada vez mas grande fue su amor, y el trovador quiso presentarse ante el soberano para pedir la mano de la princesa. Entonces fue cuando la hermosa joven advirtió que la astucia que había empleado para alejar a sus pretendientes, impedirían que pudiera casarse con el trovador. Su padre le exigiría también a él que trajera la rosa azul. Y ella sabía que eso era imposible. Pero su enamorado la tranquilizó. Su amor todo lo podría. Gran revuelo se produjo en la corte cuando se supo que un nuevo pretendiente se sometía a la prueba de hallar la rosa azul y que se presentaría con ella. El trovador atravesó por entre la fila de cortesanos y damas, y llegó hasta la princesa. Tendió la mano, y le ofreció una hermosa rosa blanca que momentos antes arrancara de su jardín. La princesa sonrió feliz, y con el consiguiente asombro de todos, manifestó que esa era exactamente la roza azul que ella quería. Un murmullo de sorpresa y de indignación corrió por el salón, y hasta el mismo emperador miró a su hija, como si creyera que se había vuelto loca. Pero la vio tan dichosa, que comprendió todo, cortó de inmediato las hablillas diciendo que la princesa era quien había exigido tal condición, y que si ella, tan inteligente como todos los sabios de la corte, admitía que la rosa que le presentaban era azul, nadie podía dudarlo. Así triunfó el amor de la princesa china.